martes, 12 de mayo de 2009

Isabel Muñoz



(Barcelona) 1951, fotógrafa española afincada en Madrid.
Sus fotografías, casi siempre en blanco y negro, son un estudio humano mostrando partes del cuerpo, imágenes de guerreros, toreros o bailarinas, usando un proceso minucioso y artesanal de revelado:
Todas las fotografías son contactos de gran formato, realizados por la artista directamente del negativo, utilizando el antiguo proceso del platino. En este proceso la artista debe prepararse ella misma el papel aplicándole, como si de pintura se tratase, una solución de platino. Más tarde los negativos, que deben tener el mismo tamaño que la fotografía final, se ponen en contacto directo con el papel preparado, para ser expuestos a la luz bajo una gran prensa de contactos. Una vez terminado este proceso, las imágenes son reveladas y lavadas a mano en grandes bandejas.
Web de Isabel Muñoz

Comentario de su exposición en el centro cultural de Fuenlabrada CEART

Mi impresión al recorrer esta exposición fue un tanto poética al ver el tipo de papel que utiliza como soporte y el color en blanco y negro otorga a la imagen de una visión como si de un recuerdo se tratara. Juega con la dualidad de los personajes al no saber si son hombres o mujeres los retratados, porque no es esto lo que importa sino sus cuerpos desnudos "vestidos" con pintura y algunos con escarificaciones lo que nos deja pensando quién está desnudo... nosotros o ellos?... durante este recorrido de su obra, el expectador tiene la oportunidad de cuestionarse, y de volver a mirar desde otro punto de vista, la estampa de estos guerreros de mirada penetrante pero serena como marcando su territorio, una manera de decir: "aquí estoy y éste en mi sitio", con una dignidad absoluta, esas mujeres de piernas esbeltas y fuertes con esos cuerpos adornados de marcas escarificadas que llevan con orgullo su marca de condición social, pues esta es única y las hace individuales. Estas marcas que lucen sus cuerpos nos habla de su historia, sus costumbres y su cultura, y de cada ser en particular ya que son diferentes, y la impronta que queda marcada para siempre demuestra su valentía (debe doler mucho al hacércelas y deben aguantar el dolor, ya que si se movieran, la marca torcida sería la demostración de cobardía y el recuerdo de la vergüenza para siempre). En cada retrato lo que logra Isabel, es exaltar el individuo, haciéndolo único e irrepetible entre contrastes y dualidades dónde remarca constantemente el cuerpo como territorio.

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